-Profe, mi papá está feliz con el escándalo del hijo del presidente Petro
- La narración al estilo de los filósofos del futbol, va así:
La previa: Nicolás le pide dinero a la mafia y promete
entregarlo a la campaña de su padre. Probablemente, el objetivo era enlodar la
campaña a la manera del proceso 8 mil.
Primer tiempo: El pelao se queda con la plata y se la
embolsilla para vivir en una mansión con su esposa. Pero le pone conejo a ella,
la abandona y se queda con la mozaica a compartir la mansión.
Entre-tiempo: La exesposa comienza a cantar como Shakira.
No solo la dejaron a la vera del camino, sino que la reemplazaron. No facturó.
“Devuélveme el rosario de mi madre y quédate con los Char, lo tuyo se lo envío
a cualquier Vicky”
Segundo tiempo: Nicolás niega todo. Que jamás de los
jamases se ha fumado un Marlboro, que la mafia no es lo suyo. El papá pide que
lo investigue su archienemigo Barbosa. Margarita Cabello entra en escena,
frotándose la melena junto al rio Magdalena. Los Char miran de reojo.
Análisis arbitral: Es un dinerillo (1.600 millones). Ese
monto palidece ante los tumbis de Duque. Son centavos si los comparamos con
Abudinen o cualquiera de los mega robos donde se habla de Billones (con B de
Burra). Está claro que no fueron dineros públicos los que supuestamente se
tumbó Nico. El pelao tumbó a la mafia, lo cual merece un reconocimiento. La
cruz de Boyacá al menos. La escena parece sacada de la serie “Breaking bad”, el
hombre no sabía dónde esconder los fajos de billete.
Ya ves, mi pequeño Musa, aún suponiendo que la historia
sea cierta, vamos avanzando. Ya no se saquea al erario, ahora el estafado es Al
Capone. Que Viva el Cambio!.
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